EL QUINTO MAGO DE FRANCECS MIRALLES
Hola libroAdict@s...!!!! Hoy les traígo un libro lleno de magía y fantasía: El quinto Mago del autor español Francess Miralles. Es una historía para adolescentes pero que los adultos no pueden dejar de leer.
Título: El quinto mago
Autor: Francesc Miralles
Editorial: Ediciones B
Páginas: 256.
Año de publicación: a la venta 04/03/2009
Lengua: Castellano
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788466640299
Sinopsis: Un papel naranja cae en manos de Álex mientras merodea por Paseo de Gracia: «¿Eres un mago?». Fruto del azar, o motivado por el destino, el joven entra en contacto con una escuela secreta de psicomagia liderada por el enigmático Mr. Zero. La fascinación que siente Álex por este grupo, y muy especialmente por la excéntrica y bella Noelia —una de sus cuatro integrantes—, le llevará a solicitar su ingreso. Sin embargo, para ser aceptado deberá superar unas extrañas pruebas que demuestren su valía y que es digno de recibir el don de la psicomagia. El antes tímido muchacho se sorprende a sí mismo realizando peligrosos experimentos. Los cuatro aspirantes a psicomagos se han convertido, además, en los mejores amigos que ha tenido nunca. Y parece que Noelia le corresponderá pronto… Sin embargo, las cosas nunca son como las imaginamos. Un juego terrible, sin reglas ni límites, está a punto de comenzar. Novela ambientada en el casco antiguo de Barcelona.
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Cápitulo I:
LA INVITACIÓN
Álex se fijó en aquel papel naranja que rodaba empujado por el viento otoñal, como si tuviera voluntad propia. Tal vez porque no le apetecía regresar todavía a casa, siguió el rumbo de aquella hoja impresa por las baldosas modernistas del Paseo de Gracia.
Aunque el viento soplaba constante, la hoja naranja obedecía a caprichosos impulsos. Tan pronto se detenía como tomaba nuevos bríos y se elevaba unos centímetros sobre la acera para volver a caer. En un último arrebato, voló verticalmente, empujado por un remolino invisible, hasta quedar trabado en la rama de un árbol. Fin del viaje.
Con los cabellos alborotados por el vendaval, a Álex le pareció que el papel naranja le llamaba desde la rama. El temblor que agitaba parte de la hoja impresa era como una mano que le indicara: Ven, ven aquí…En unas cuantas zancadas alcanzó el árbol y descolgó, entre las hojas doradas, el nuevo inquilino naranja. Empezó a leer el papel impreso mientras las primeras gotas de lluvia, transportadas por el viento, le empapaban la cara.
¿ERES UN MAGO?SI ESTA NOTA HA LLEGADO A TUS MANOS, PROBABLEMENTE SÍ.TE ESPERAMOS EL DOMINGO A MEDIANOCHE** 4MC **
Tras este extraño enunciado, había una dirección del Barrio Gótico de Barcelona. Alex guardó como una mera curiosidad aquel mensaje. Mientras se preguntaba qué significarían las siglas 4MC, se dijo que aquella nota sólo podía ser una broma. ¿A quién se le ocurriría citar a un paseante anónimo un domingo a medianoche?
Imaginó que era el juego de unos niños que se aburrían; tal vez sólo habían querido probar su impresora nueva y luego habían lanzado el mensaje por la ventana para que se lo llevara el viento. Esa era una explicación posible.
También él de pequeño escribía mensajes secretos para que otros picaran. Junto con un amigo del barrio, había dejado en la calle el mapa de un formidable tesoro. Vigilaban desde una esquina los acontecimientos. Esperaron el momento en que alguien recogiera el papel e iniciara la búsqueda. Les gustaba la idea de que un desconocido hiciera el recorrido trazado por ellos, a través de parques y callejones, para llegar hasta un descampado inexistente. Si alguien hubiera seguido el mapa se hubiera vuelto loco buscando el lugar donde supuestamente estaba enterrado el fabuloso botín.
Para su decepción, sólo lograron que el mapa del tesoro fuera pisoteado por dos transeúntes. Cuando un señor grueso acompañado de un perro se agachó a recogerlo, los dos amigos pensaron que la aventura iba empezar. Pero, unos metros más adelante, el hombre utilizó el plano para recoger un excremento que acababa de soltar su mascota.
Tal vez fuera por chascos como este que Álex hacía mucho que había dejado de creer en la magia. Ni siquiera le interesaban las novelas de fantasía que devoraban sus compañeros de clase. A los quince años parecía obligatorio que los chicos se pasaran el día leyendo esos libros o jugando a videojuegos, mientras las chicas tenían citas de alto voltaje con alumnos de cursos superiores.
Tampoco ese tema le quitaba el sueño. Había estado enamorado platónicamente de una compañera de clase el curso anterior, pero confiaba tan poco en sus posibilidades -ella estaba en el «top 5» elaborado por el sector masculino de la escuela- que se había limitado a mirarla entre suspiros. La chica en cuestión había elegido como novio a un organismo unineuronal que jugaba todo el día a básquet y decía cosas como: «Mola Pepsicola» o «Te lo juro por mi polla». Eso había quitado a la linda doncella todo el glamour, curando a Álex de la picadura de la serpiente del amor.Mientras pensaba en todo esto, llegó a casa empapado por la lluvia que había ido en aumento durante su paseo.
Vivía con sus padres adoptivos -había sido abandonado en el mismo hospital donde nació- en un piso del cuadriculado Ensanche barcelonés.
Álex nunca había entendido por qué aquella pareja gris había querido llevarse a casa el bebé repudiado. Ella era una depresiva crónica que no hacía más que quejarse y criticar a todo aquel que se moviera a un kilómetro a la redonda. Él era un hombre que pasaba de la apatía a la brutalidad con una facilidad pasmosa. Tan pronto parecía ausente y no respondía a la conversación de su esposa, como estallaba sin motivo y empezaba a gritar como un poseso. En esos accesos lanzaba cualquier cosa que tuviera en las manos. Si la crisis se producía mientras estaban comiendo en la mesa, no tenía inconveniente en coger su plato de sopa a rebosar y lanzarlo contra la pared.
La mujer le retiraba entonces la palabra durante varios días, girándole la cara cuando él buscaba su mirada -al parecer, seguía enamorado de ella-, hasta que una noche Álex oía asqueado cómo reían mientras hacían el amor. Asunto zanjado.
En la escuela, todo el mundo creía que su carácter huraño y solitario era fruto de aquella «familia disfuncional», como lo denominaban los libros de autoayuda. Pero él no estaba tan seguro. Simplemente no se fiaba de la gente y le aburrían las conversaciones de sus compañeros.
A veces se preguntaba, eso sí, cómo hubiera sido su vida si su madre biológica -nunca había logrado saber nada de ella- hubiera decidido ocuparse de él. Se hubiera librado de aquel ambiente irrespirable, pero seguramente sería mucho más pobre: en el primer mundo, las madres que abandonan a sus hijos no suelen tener vidas fáciles. Suelen ser alcohólicas o drogadictas, o bien padecen algún desarreglo mental que las obliga a vivir en la calle.
Por otro lado, en su caso era cierto el dicho de que el dinero no hace la felicidad. Hacía tiempo que había dejado de comprar cosas -sus compañeros decían que tenía alma de monje-; cuando recibía dinero de un familiar, se guardaba una parte para sus gastos e ingresaba el resto en su cuenta. Luego se olvidaba de ello.
En cualquier caso, aquella era la vida que le había tocado en suerte y no había vuelta de hoja. O al menos eso pensaba él. Aquel viernes por la noche, Álex no sospechaba que faltaban poco más de 48 horas para que su anodina existencia se desplomara como un castillo de cartas.
1 comentarios:
ooooh
me encanta tu blog, e leido el libro, y me estoy pensando el comprar algun libro despues de las recomendaciones...
te puedes pasar por mi blog y leer la historia que estoy escribiendo?
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